En los ídolos la persona busca fundamentar su vida, asegurarse, pero lo que en realidad se experimenta la esclavitud, la finitud de los ídolos, pues ellos pasan o caen. Los ídolos se convierten en falsas seguridades. El proyecto de vida basado en la idolatría es pobre.
Allí se origina el engaño, el sufrimiento y la perdida del sentido del horizonte: pedirle al ídolo la vida, la felicidad, la esperanza, el sentido de la existencia, genera una profunda depresión cuando el ídolo falla, pues el ídolo no es Dios.
Hacemos de las cosas y de las criaturas monumentos que con el tiempo solo dejan frustraciones y muerte existencial.
El ídolo genera sumisión y esclavitud y en el fondo la persona lo busca porque a este le pide hacer lo que su "yo" desea.
Al ídolo se le piden los propios deseos y a cambio se le ofrece la libertad y la voluntad.
Centrar la vida sobre un ídolo nos lleva a alejarnos de la verdad. Los ídolos son basura, monstruos que seducen los sentidos y generan una contaminación en la persona y la introduce a hacer malas acciones y esto tiene consecuencias concretas.
Una vida centrada sobre un ídolo genera desorden y esclavitud, pues el ídolo pide tiempo, energía, consumo y produce insaciabilidad.
El ídolo seca poco a poco a la persona porque le roba la vida moral (noción del bien y del mal), el sentido de la vida, los talentos y las cualidades que tiene para servir mejor a la humanidad y ser feliz, pues todo lo que Dios le ha dado ( aun las personas) se lo dona al ídolo, todo es para el, aun el tiempo libre.
CULTO AL EGO Y LA FAMA |
Las personas no pueden mostrarse totalmente como son, pues hay un desorden en su casa, en su modo de vivir (Ethos - Morada) y reina el caos, por eso se usa la mascara, pues da vergüenza revelar como se mora.
Tenemos una doble Vida (doble moral).
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